lunes, 17 de abril de 2017

El pequeño gran universo de los ácaros

Ácaro atrapado en una telaraña (foto de Bernardo Segura).

Más allá de lo que aprecia el común de la gente existe un universo completo a diminuta escala habitado por miles de millones de animales de pequeñísimas dimensiones, tan interesantes como las criaturas que vemos en los documentales del Serengeti africano.
Es el universo de los ácaros: arácnidos de diminutas dimensiones que representan quizá uno de los grupos animales más exitosos, ocupando casi todos los nichos que pudiesen imaginar. De hecho podríamos decir que no es un solo pequeño gran universo de los ácaros, si no muchos, pues cada hábitat que conciban probablemente tenga al menos una especie de ácaro: materia orgánica en descomposición, flores, el subsuelo, entre las plumas, escamas y pelos de diferentes animales, charcos, e incluso en los orificios y dentro del cuerpo de otros animales.
¿Qué son los ácaros? Pues bien, los ácaros son todas aquellas especies que pertenezcan a la Subclase Acari o Acarina, una clasificación taxonómica de las especies. Esta Subclase se divide a su vez en otras clasificaciones pero no viene al caso detallarlas todas.

Estos invertebrados poseen los más variados estilos de vida y adaptaciones que les permiten desenvolverse en su pequeño gran universo. Ciclos de vida acelerados, endogamia forzada, piezas bucales especializadas, garras, generar hilos de seda, ventosas etc., se cuentan entre estas adaptaciones. 
El animal más rápido del mundo es, de hecho, un ácaro. La especie es Paratarsotomus macropalpis, endémico de California, es capaz de recorrer una distancia equivalente a 171 veces la longitud de su cuerpo en un segundo.
Incluso en nuestro rostro viven al menos tres especies de ácaros, Demodex folliculorum es una de ellas. Estos animalillos, que ni siquiera se parecen a los ácaros mostrados en las fotos de este post, viven en el rostro de Homo sapiens, donde descansan en nuestros folículos capilares y salen por la noche para aparearse bajo nuestras narices (y a los lados, y arriba).

El primer par de patas de este ácaro, tan largo, seguramente sirve para percibir su entorno que para caminar (foto de Bernardo Segura).

Estos arácnidos pueden estar muchos mas presentes en nuestras vidas de lo que uno podría imaginar. Por ejemplo, no muchos saben que las garrapatas son en realidad ácaros parásitos. En Chile tenemos especies introducidas como la garrapata del perro (Rhicephalus sanguineus) que parasita a nuestras mascotas y es un chupador de sangre de cuidado. Por supuesto que tenemos garrapatas parásitas nativas, por ejemplo Amblyomma tigrinum encontrada tanto en perros como en zorros o A. parvitarsum, que parasita camélidos como la llama (Lama glama) y la alpaca (Vicugna pacos), ambas encontradas también en ganado doméstico. Incluso el amenazado monito del monte (Dromiciops sp.) es parasitado por Ixodes neuquenensis.
Como ya se comentó, los ácaros han ocupado todos los nichos imaginables y existen ácaros chupasangre en aves, lagartijas y otros invertebrados como la escolopendra chilena (Akymnopellis chilensis) o incluso otros arácnidos como los opiliones.

Izq: Lagartija Liolaemus monticola con dos ácaros sobre su párpado, quizá alimentándose de su sangre; Der: opilión con ácaros color naranja sobre él (fotos de Bernardo Segura).

Además de ser una molestia para otros animales, algunas especies pueden causar dolores de cabeza en la agricultura. En Chile contamos con diferentes ácaros de interés agronómico pues se alimentan de nuestros cultivos. De hecho hay una grupo de ácaros rojos pequeños como un punto que se denominan genéricamente "arañitas rojas", de las cuales comentaré sobre la "falsa arañita roja de la vid" (Brevipalpus chilensis), por ser nativa. La falsa arañita roja es capaz de vivir de diferentes cultivos: vid, cítricos, kiwis, almendros, etc., en donde se ocultan las hembras en otoño, en las partes leñosas como bajo la corteza. En primavera, con los brotes nuevos de las plantas, despiertan y van hacia los brotes para alimentarse. Al alimentarse de los brotes nuevos generan un daño reduciendo el vigor de la planta y disminuyendo su capacidad productiva. Se ha calculado que el rendimiento de los cultivos puede  disminuir entre un 30 y un 40% cuando la falsa arañita roja se encuentra en altas densidades.
Para controlarla se recurre a diferentes medios entre ellos un aliado inesperado: ¡otros ácaros! Se usan en el llamado control biológico, método de control de plagas en el cuál se recurre a predadores para mantener a raya las especies que puedan considerarse dañinas, tanto en agricultura como para la salud humana o en otras situaciones. Para este caso se requiere de los servicios de diferentes especies de ácaros, entre las cuales está Chileseius camposi, que también es nativo.


Pero los ácaros van muchísimo mas allá de las garrapatas y las plagas agrícolas, y nuestros ecosistemas albergan especies que desempeñan diferentes roles.
Nuestras playas, por ejemplo, albergan la llamada meiofauna, que son aquellos invertebrados de pequeñísimo tamaño que viven entre los granos de arena de la zona intermareal. Dentro de estas especies hay ácaros, los cuales destacan porque, a diferencia del resto de meiofauna, éstos tienen un origen terrestre y no marino.

Ácaro en la playa, pasando cerca de un caracol de la zona intermareal (foto de Fernando Medrano).

En tierra firme los ácaros están presentes en el suelo y la hojarasca de los bosques. En los bosques esclerófilos de la zona central puede que los ácaros jueguen un papel importante en el ciclo de los nutrientes. Resulta que en los bosques de la cuenca del mar mediterráneo existen muchas especies vegetales cuyos cuerpos están llenos de aceites esenciales y otros compuestos, muchas veces aromáticos, y al morir las plantas o caer sus hojas, los organismos que generalmente realizan la descomposición no toleran la alta concentración de estas sustancias químicas. Son entonces los ácaros quienes consumen esta materia orgánica y la reintegran a la red trófica. Los bosques esclerófilos de la zona central son muy parecidos a los del mediterráneo porque tenemos el mismo clima y las plantas se adaptan de maneras similares. Haciendo esta comparación podríamos esperar que los ácaros de aquí desempeñen la misma función.

Ácaro aterciopelado del bosque esclerófilo (foto de Bernardo Segura)

¿Recuerdan cuándo les dije que los ácaros estaban en todas partes? En Chile se han encontrado especies incluso dentro de los tallos del junquillo (Juncus procerus), una planta acuática que crece en humedales. El descubrimiento de estos ácaros es llamativo no solo porque se encontraban dentro del parénquima de los tallos, o sea de los tejidos dentro del tallo, si no porque se descubrieron especies que no se sabía que estaban presentes en Chile, ni siquiera que vivían en estos ambientes acuáticos. Dentro del junquillo se encontraron ¡9 Géneros de ácaros! Es decir: por lo menos 9 especies. Dentro de los Géneros encontrados se pueden mencionar Holoparasitus, Cyta y Balaustium, de los cuales no se tenía registro previo en Chile. También se encontraron ácaros del Género Eupodes, el cuál se supone que se encuentra también en la Antártida Chilena con la especie E. wisei. Arrenurus fue otro ácaro encontrado, el cuál pertenece a la familia de los hidracnidos (Hydrachnidae), una familia de ácaros de vida acuática, y que en Chile se cuenta con las especies A. valdiviensis, A. solitarius, A. tenuicollis A. boettgeri.

Junquillo (foto sacada del siguiente link: https://www.flickr.com/photos/fjbn/5500593589).

Dentro del parénquima de las plantas, o dentro las narices de los picaflores, incluso. Por curioso que suene, cuándo los picaflores visitan una flor, pequeñas tropas de ácaros que esperan en la flor se suben a su pico y caminan raudos hacia los orificios nasales del ave, alojándose en su interior. Cuándo el picaflor visite otra flor, los ácaros se bajarán igual de rápidos. Los ácaros podrán alimentarse de néctar o polen que tengan las flores y al hacerlo sus cuerpos podrían verse cubiertos de polen que llevarán a otra planta y contribuir así a la polinización.

Ácaros sobre la flor de una Euphorbia (foto de Bernardo Segura).

Con las diversidad de hábitats que tenemos en Chile: desiertos, bosques mediterráneos, templados, savanas, matorrales, playas de todo tipo, etc., es de esperar que cada hábitat posea sus ácaros específicos, y estos alcancen una gran diversidad. No solo eso, sabemos también que los parásitos muchas veces son específicos para una especie de hospedero (a la que parasitan), y tomando en cuenta que Chile cuenta con un gran porcentaje de especies endémicas, podría esperarse algo similar para sus ácaros parásitos. Pues bien, la respuesta es: no lo sabemos. 
Pasa que la diversidad de ácaros nativos está escasamente estudiada, sobre todo si la comparamos a la asociada a cultivos agrícolas. Urgen especialistas y estudios que nos revelen y clarifiquen la que seguramente es una acarofauna riquísima en endemismos adaptados a nuestras únicas condiciones como país. Esto podría beneficiar tanto a la agricultura como a los proyectos de restauración de ecosistemas, así como la salubridad humana. Tenemos mucho trabajo por hacer.

Foto de Bernardo Segura.

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